viernes, 31 de julio de 2009

la última vigilia

Asiendo las puntas de los dedos, de aquellos que fríamente se enroscaban a mi sexo; tomo un sorbo de aire. Luego otro y no puedo parar el rezo de mis caderas que, junto con la boca del diablo, hacen que la tronera caiga en aludes de estrellas.

Rimas, las consonantes de tus piernas, el arrozal de tu vientre y la blanca mansead de los tirantes turquesas de tus bragas; hipnotizan el cavilar, la razón de mi lluvia.

Encuentro perenne la cama, la arbolara detrás del espejo. encuentro el rastro, el mapa de tus labios sobre sabanas melancólicas y llenas de ácaros. veo el taciturno y, tenue, almíbar de mi pene salir y cerrarse entre senos y nalgas de miel.

Toco, persigo cual errante perro las ascuas de tus pechos. la niña de tus manos. los besos de ayer, de aquellos cual juguete se asieron a vellos y uñas, ahora son recuentos de perdidas faenas.

Entre letras y ranas, el tenue suspirar de tu piel, la decadencia de nuestra nula amistad y gestos entrecerrados. es causante imperativa de nuestra vigilia. de aquella donde no fuimos y somos, donde la ultima vez comí cal rellena de amor.

Asiendo los asares de cabellos, de dedos de piernas, veo el reflejo algoritmo de nuestras sombras, ellas rumian en un inconsolable baile de lujuria, nosotros en lecho meditamos la siguiente usanza de palabras.

El vestigio de la violencia: la venganza de tertulias; en el nombre de mi Dios, convoco la pasión de tus heridas.

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