jueves, 30 de diciembre de 2010

Ruego

Quiero ser el aroma con que despiertas en la mañana, la huida de las sabanas, el calor de una mirada tímida. Me encantaría ser el fuego que nace de tu vientre, aquel que derrama tulipanes, que se interna en la oscuridad perenne de tu pelo.

Quisiera ser la hora del baño, aquella donde la intimidad y la dulzura se mezclan, donde la pasión desmedida y la unión de estrofas no es necesaria, me encantaría ser el firmamento con el que sueñas despierta, ser los árboles que cobijan tu andar, la sombra que mece tus pasos y el aire que besa tus labios.

Quisiera ser la razón, la emoción que sale de tu risa, el ruiseñor de tus labios, el indómito sentido de tus ojos y sobre todo la paz que refleja tu amor. Me encantaría ser el sonido que produce tu corazón cuando corres, el eco que despiden tus lágrimas, el mar oculto en la perla de tu voz.

Quisiera ser la hora en que estás más atareada, para poder poseer cada hebra de tu cuerpo, ser el miedo que recorre tu espina y así estar tan cerca de ti que cuando yo hable tu mundo calle. Me encantaría asir tu vestido como lo hacen tus hombros, dibujar tus piernas como lo hace el sol, ser la textura de tu día.

Quisiera ser como tu tiempo de reposo, verte como princesa, cerrando los ojos y abriendo los sueños, ser tus recuerdos para ver la niña en que fuiste, ver la mujer en que te convertiste. Me encantaría ser esa taza de café que emancipa tus labios y dicta tu usanza, ser la ropa en que duermes, la canción que te adormece y tu respiración más lenta.

Quisiera ser tus pesadillas, ver como al sudar tu cuerpo es más hermoso, despertarte en medio de la noche para que llames mi nombre, ser la oscuridad que te abrasa y la luz que trae paz. Me encantaría ser la almohada, los vértices de tu cama y el tul con que se regocijan tus cabellos.

Quisiera ver el dormir de tu piel salvaje, oír la brisa de tus labios y el furtivo reflejo de tus movimientos. Me encantaría estar entre tus cortinas y ver como combinas con el amanecer, sentir tu furia cual al despertar ves que no es el día que tengas que salir.

Quisiera ser las horas placenteras en tu cama, del dormir y leer, de meditar y menguar, de sentir tu cuerpo explotar por la mirada de placer. Me encantaría ser el sudor que roza tu piel, que duerme en tu tez y cual rocío unge tu casa de aroma a miel.
Quisiera ser las letras que lees, el sentimiento que no sabes que es, ser el ayer y el que viene, ser la música y la dulce pradera, el angosto tiempo, la larga travesía, ser la melancolía de amantes, la musa del fuego que derrama tulipanes, que se mete en tu cabello como dedos. Me encantaría ser el aroma con que despiertas, la huida y el regreso, el calor de tus besos…Me encantaría ser el poeta de tus rezos, el idílico de tu cuerpo y no ser el que el que acecha tu regreso, el que espera y llora, el que no ve más allá de los rezos, el que canta que para olvidarte necesita nacer mil veces y morir una solo una vez en tus brazos.

Quisiera ser el final de ti, tu complemento, el que hace reír tu cuerpo, el que maldice tus manos cuando no tomas mi alma. Me encantaría no sólo ser este sentimiento, sino el que ves en sueños, el que relata pasiones, deseo con toda mi alma y mil lagrimas ser el que amas y el que miras, el que no olvidas, la canción perdida, el que duerme contigo, el que une los mundos

Quisiera que fueras mi único sueño hecho realidad…

viernes, 17 de diciembre de 2010

Vicios translucidos

De mi garganta las espinas no se detienen, 4 lunas en el habito de tu mirada, cierro los ojos al compás de tu color, de aquella fragancia que me come y al mismo tiempo deshilvana las pocas hebras que me quedan, el latir con el que empiezo el día, es el ritmo yuxtapuesto de la melancolía por tus besos que cual mangar en época de rezos veo y mancillo con ferviente idolatría.

Para ti que eres mi muerte, mi juventud concubina. Mi exangüe de querubes. Para ti que estas ausente y el eco de mi respiración choca con la trémula agonía de tu risa.

Noche de luz sin matiz, las velas se duermen y el eco de tus manos llega solo a la alcoba de mi orgasmo, siento como tu pecho se inflama y como tras besar tu nuca, la epidermis se vuelve etérea, translucida, las paredes haciendo lienzos de nuestros cuerpos y el alud de mi boca tomando el cristal de tus recuerdos.

Tengo sed de tocarte, de comer cada gota que se desliza por entre tus venas, corromper la brusca ternura de tu piel, ser el amo de la mansa dureza de tu lengua.

Para ti que emancipaste mi duelo, y entorno a la fragante atmosfera de mi lecho eres la dueña de mis vicios, de mi terca manía de tenerte y no beberte. Para ti, la caricia perenne, la causa perpetua

de mis manos, la cólera arrambla tus cabellos a mi vientre, mueres y vives. El cantar de mis locas ascuas, el vomitar sobre pieles de niños sin almas, todo no se compara con el sadismo de no tenerte, de extrañarte y morir en los mosaico una y mil veces, imaginando como el cadáver de mi amor rueda sobre tulipanes.

Asesine a la noche, la luna fue el testigo de mis violaciones, hoy no siento el amor de tus senos, no veo el calor de tus labios.

Ruego por tenerte y no tocarte, por tocarte y no desearte, por desearte y olvidarte, por ser para ti, como la sed en mí de, vicios translucidos.