jueves, 2 de abril de 2009

De aquella libertad

 

continuación de “Círculos”.

No quiero inspirarme en las noches llenas de sal, de los días en que las piernas son mas que básculas, no quise tomar la cerrilla y esparcirla por dentro de oropeles.

De aquella libertad, cuando niño orinaba pantalones y seguía jugando con mi perro-compañero, de aquella libertad cuando ungido por cadavéricas pieles, teniendo 20 años, seguía jugando con amor-fausto.

De aquellos círculos que trace con mies, esculpiendo los evos de las circunstancias conscriptas, corrompiendo las deidades de los hijos de dioses impuros. de esos inconclusos que adoran la muerte del poeta.

No quiero ver mi cara envés en el filo del espejo, cuando las navajas estiras dibujen con pasión, casi con miedo cerca de aquellos que fueron faros, de aquellos que fueron sendas de riego, no quiero tener el tacto erudito del cobre para el aqueronte.

Tuve lo que necesite, sacrifique hasta mis dedos, morí por compasión. La muerte es deliciosa cuando la llamas a cuentagotas, cuando asiendo unos cabellos arlequines murmuras a sombras que Dios es el goce, que el Diablo es la túnica de tu piel y que Buda es la cúspide ensangrentada de boca y falo.

Necesite de mil auroras, de mil cuatrocientos tres versos sicarios sobre ti, sobre las campanas del desayuno, necesite escribir las odas de caderas, del Aranjuez del sexo ajeno, llamar al desierto hermano, pedir a la luna el común denominador de alas coadyuvadas cual ambrosía empedernida, en pocas letras, necesite que las noches se pudrieran, que la madera rancia de mi ataúd cual avalancha rompiesen la mitad de mi vida…

Descubrir que soy el que no soy, el que no debió nacer y el que debió morir tres veces, no fue motivo para tomar a la Virgen como cruz de mis lamentosos días. insípido es ahora el recuerdo de tener a una mujer en ciernes, junto a su hijo en su vientre, recostada y pidiendo la punta de una lanza.

Ahora puedo decir que aquella libertad mía, fue autoimpuesta, ¿sabes? ayer me mire en un pequeño gorrión, esté me regreso su mirar y pronto bajo 2 toneladas se encontró.

Eres lo que debes ser… eres la existencia mínima del soliloquio de un poema hecho a la muerte, de una prosa de un ser incomodo viendo como el universo se llena de polvo.