sábado, 25 de julio de 2009

Me encantaría que no existieras

Uno viejito que no me gusta del todo pero bueno…

Veo que me pierdo en un sin fin de deseos, que aparezco con el alma desnuda y mi pasión desgarrada, que mi vida no vale, que mis ojos no ven más allá de tus labios.

La tortura de tus manos hace estragos en la forma de adorarte, te amo mucho más y con el cálido roce de tu sonrisa alucino.

Qué decir de tus ojos que me deslumbran al unísono de tu voz, qué decir de tu faz que me hechiza y me hace vibrar.

¡Dios, eres tan hermosa!

Dos luceros de plata alumbran el firmamento de mi razón, dilatan el sentido de amor de mis caricias que añoran tenerte junto a mí una vez más.

Pero me vuelves loco, no creo poder seguir viviendo así. Desearía que no existieras.

Si no existieras, mis noches se harían más cortas, mis lágrimas de amor reposarían.

Si no existieras, mi razón descansaría. Si no te viera mi alma no se ahogaría en un llanto de amor.

Si tus ojos no existieran, mis sentidos volverían a la realidad.

Si tus labios no existieran, mi corazón recuperaría el aliento.

Si no hubiese una sonrisa como la tuya, mi mundo no tendría que colapsar al verte.

Si no existieras, mi tonto amor ocioso osaría estar.

Si no te viera, mis humildes besos no serían conquistados por el abrazante sedante de tu risa.

Pero si de verdad no existieras, no habría mundo, no habría amor y no existiría la poesía. No existiría yo.

La calidez del yugo de tus ojos es más devastador que la ardiente Troya.

La maldad de tus labios carmesí advierten a mi canalla alma, que poco a poco se va despidiendo de tu amor.

Y al fin, no hubiera felicidad por sentir a tu cálida sonrisa.

Mi dulce ángel de amor, no puedo respirar, ya casi no puedo vivir sin el acosante recuerdo de tus ojos. No puedo dormir, no puedo descansar, no puedo sentir los espasmos de amor que nacen al ver tu hilarante faz de belleza.

Desearía tener obsidianas en mis ojos, para que cada vez que te veo, no me pierda en el fulgor de mi amor.

Desearía tener la sangre fría, para poder acercarme más a ti, porque estando cerca de ti, mi corazón arde de esperanzas añejadas, se funde con el elixir de los tiempos, se ahoga en un mar de lágrimas, se sienta a contemplar la música del ruiseñor de tu cara.

Desearía que la luna en la tierra me consolara, que en un tenue murmullo me confiara el sentimiento de amor, que me contara la calidez de tu alma, la dulzura de tu rostro, que me entregara la perdición de tus besos, que me dejara…que me dejara besarte al compás de mi lágrimas, que me dejara tocarte, amarte, burlarme de los que no entienden el amor que hay en mi.

Desearía no ser humano. Desearía que no fueras tan hermosa

Quisiera que mi vida se apagará, que tú me acompañaras en la fantasía eterna de mi melancolía de no ser el guardián de tus sueños; una infinita locura, un frío ensordecedor, un fugaz suspiro que no me permite apartar de mi mente tus labios, que no me deja descansar por las noches, que no se aparta de mi un solo instante.

Quisiera que mis besos no fueran recibidos y mucho menos respondidos, deseo con toda mi alma que tu fueras mía, que fueras la energía de mi pasión desbordada.

Ya que si no existieras, si no hubiera una hermosa locura como tú, mi corazón en mi pecho no explotaría al sentir tu mano cerca de la mía, y mi alma no desfallecería al sentir tus cálidos labios tan llenos de amor. Y mi cuerpo no tendría la necesidad de enclaustrar sus penas en las manos del llanto. Y yo…

Yo no sería un poeta, no sería humano. Y nunca mi corazón hubiera derramado lágrimas al escribir esta pequeña reflexión.

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