sábado, 15 de agosto de 2009

La Torre

Siendo menos de las 4 am, me despierto en un mar de sangre, con una cucharada de algo sustancioso, a primeras  instancias creo que es materia gris, o ganglios coagulados por tanta pereza de mi ser.

Las noches no han pasado como yo las recordaba, aunque claro pienso ello cuando entre sabanas egipcias me encuentro, rodeado de una cintura adyacente de carne pero si de huesos pulcros y meditabundos.

Colapsé…creo, eso es lo que recuerdo, me llegó la hora de terminar mi faena o algo parecido sucedió…

Un cuento sin plumas, aquel donde locuras y dadivas copulan con filosofías prosaicas y enterradas en el olvido de la humanidad, fui mimo en el desazón de la vida, ella me tomo del culo y me partió mi madre.

Un placer excéntrico que poco a poco involucre en mi vida, tal cual como ensebar mi piel con lactobasilos, ungirme de Wagner; mientras el crepúsculo y las mariposas mueren.

No colapsé; más bien tome un augurio que llego cinco minutos tarde y fui a parar a está torre, donde espejos y lobos son similares, donde orgasmos y celulares hieden igual de hermoso.

Siete cadáveres en filo de la madrugada, mis ojos acurrucan una imagen: la mirada del sanscrito melocotón de tus caderas, que extingue con fuego al holocausto llamado mi cuerpo.

¿Viviremos por siempre…?

martes, 11 de agosto de 2009

Las huellas de mi camino

I

Conozco las llanuras cuando el sol arrecia sobre los ganados, sé del páramo que no se consume a sí mismo; he conducido la siega de albinos, la violencia a las brujas.

Te puedo relatar como los hombres yerman las esperanzas de esclavos y negros.
Encontré el maleficio de Adán y enterré a hiedra y amapolas entre colmenas de nueces.
Medité nenías, poesías e infinidad de manías por el solo hecho de no tener que ahondar más en la desgracia.

Corrompí inocencias, mutilé rosas y desprevenido por mi aciago, la pureza del arroyo me tomo por sorpresa.
Maldecí alboradas, besé cruces, herí recuerdos ya muertos.
Sicarias imágenes copulan arbitrariamente entre los poros de mi piel al descubierto.

La nieve reza junto a doncellas de ágatas manos, que el diáfano perdón no olvide al orgasmo audaz de amistad.
La música de la mansedumbre de labios y piernas, arrebatan gemidos díscolos; la habitación de calor fausto, de precoz olor es inundada por filosofías, por multitud de manos y de promiscuas deidades.

Compré recetas de amor eterno a curas y a putas.
Tuve caricias helénicas rasgando la sedentariedad y obstinación de mi colchón.
Tatué besos en muslos, vientres y plantas; zurré a la bestia del calor omnipresente en la coyuntura de vapores gélidos de ansiosas lunas.

El alud descargado sobre piel,
recitó el verso de pasiones inconclusas.

La brujería imparcial de palabras sagaces y calumniantes, atesora más el tiempo en que paso mis días esgrimiendo mi paladar caucásico, para atraer hebras inertes de sudores enclaustrados en dientes, senos y sesos.

Las exequias de una piel magra y nácar, conjurada con rubicundas palomas, hechiza a éste perdido poeta, dueño de matrices desérticas, ha engañar a la vida, ha ausentarse del sueño y lamer migajas de besos.

Decepción por amor, denigrante es el hecho de llamarse enamorado.
Emancipado de caricias y gestos sublimes.
De manos ariscas y pies maltrechos, de uñas con más recuerdos que el obtuso cerebro, de ello padecí.

Te puedo narrar la odisea de mis manos, la aventura de mis brazos, la caída de mi amante.
He concebido el agüero a desdenes patronos, de tener bajo el agua a la dicha ajena, a la mujer de otro.
La mies del idilio ha comenzado, es tiempo de cazar a cupido y violar sus alas, comer sus flechas y cagar amor por entre las vértebras.
La muerte nos esperara en el azul misógino de caireles rubios o tal vez esté en los mosaicos engrasados del baño de uno o de dos.
Eso no lo sé, la inmortalidad de mis enfermos pensamientos hace que copie sentimientos, que proyecte rencores y alabé sombras de perfecciones.

II

Encontraré las páginas adecuadas para ensuciarlas de mis prosas más salaces y de mis más salvajes experiencias.
Re-inventaré soluciones rígidas a la hora de besar, amar y tener que compartir el halo de nieve de mis ojos grises.

Sudaré hiel, vomitaré pandrosos menesteres y ungiré deseos moribundos a la nueva piel de mis pesadillas.
Leeré a Sabines a la sombra de fulgores rojos y rugiré sentimientos tontos y amores toscos:

Veremos a la luna danzar con el diablo,
sintiendo a la muerte consumir nuestras caricias, mientras corremos de ciudad a la montaña sentados en dos pequeñas y lúgubres hadas.
Cantaré milongas y tangos, a sudores ardientes de colibríes claros, cuando tu boca no ría entre los cancerigenos vapores que mi alma tose, cuando encierre tu belleza en pómulos semi carmesíes.


III

¿Te conté cuándo musité locuras por un mar de piernas, de la vez que indagué en el cielo púrpura de unos labios pueriles?

Esa vez corrí con extremados celos hacia la sombra de las dagas líricas de su mirar, dormí en las alas de un ruiseñor y presioné la hiel de las venas translucidas de sus pupilas, para al final sólo conseguir refugio entre cedros amarantos y pozos truncados.

Traté del ser amo y barón de sudores volátiles, pero el azar de recuerdos y de aristas plegarias, discernieron voluntades y esperanzas.
La suerte en el campo de batalla mermó la fortaleza de mi choque, la cúspide de mi laberinto grisáceo.

He perdido melancólicas caricias, mientras los basiliscos fornicaban con ponzoñosas mariposas, el río de flores bañando las tormentas ninfas de ayeres, cadáveres de cabellos en la cama, ropa mancillada de besos desdénicos, todo era el perfecto Leviatán de nuestros cuerpos, que daban vida a fingidas clases de risas.

Miradas en juego, alumbre precoz recorriendo mentes, almas y saliendo por bocas; inundando sandalias, mojando alfombras y matando versos idílicos; el concepto de tu piel en mi piel, de tu aliento menguando el maravilloso cementerio de mis pensares y deseos, que todos los días me llamara prisionero, prisionero de la tortuosa corona de tus senos.
Tifones angelinos cerraron las puertas-catedrales de piernas envés.

Deseo ser aliado en la forma de mancillar ratas, de coger halcones sin almas.
¡Que los insectos carcoman nuestros sentidos, que polillas aniden en pupilas ágatas!

Pero la fuerza de querer tenerte bajo mi lacayo yugo,
trastorna la nobleza y manipula sueños
e ilusiones vacuas.

Ven, vamos a platicar, a conocernos más, mientas el mundo cae,
a jugar con muertas bananas, de perfume de mujeres casi santas,
a eyacular sobre la lápida de la promiscua virginidad.

Caminemos por las calles tapizadas de lujuriosas palomas sin cabeza,
por las avenidas llenas de perros-terciopelo, acariciados por estrías de neumáticos.

Ven, y seremos como los ventanales arrasados de abejas, de esas que quieren penetrar piel y morir dejando parte de sí, seremos como gardenias resguardadas de la desnudez de una hoz milagrosa.
Patán alfaguara, jugosas alabardas, son juegos de cartas irrisorias en ciénegas melosas de antónimas caricias.

He contado las alboradas necesarias para ganar el corazón anhelado,
conjugué palabras y acciones en un corolario de bugambilias, de esperar almendras al ritmo de labios frígidos.
Narré fulgor en la presencia de oscuridad eterna.
Sentí la confusión de manos triunfadoras,
amé y morí por un Aldebarán, atrapé a ninfas en el cuello de cisnes,
coleccioné recuerdos histriónicos y,
jugué con las coplas de besos fallecidos.

Limite al sentimiento de amor; patrociné al desdén maldito y sólo por no actuar como su voz me lo indicó. Fui el abogado del diablo, profesé lamentos e injurias…
creí que la verdad oculta tras las cadenas del papel de redentor eran necesarias.
¿Me equivoqué?
Claudiqué dos veranos al mancillar azucenas, de bruces besé, idolatré; escondí mi dolor entre rosas magras.
¿Cómo el sufrimiento perenne es sinónimo y conjugable del adverbio amar?

Ahora que siento las huellas de mi camino narrándole al vientre desnudo de la vida mía; veo claramente que las penas y amores, que los infortunios y pasiones son de la misma calaña, de la misma especie, que la lujuria en sábana blanca, el perdón dado a cuentagotas, la decepción jubilosa, la férrea mansedumbre y la penosa mortalidad;
nos hacen sacar juicios premeditados, pero al final de la prórroga del canto de la luciérnaga comprendí que el universo que existe entre la vida y la muerte es sólo
el interludio de la próxima inmortalidad.

Carnaval

En si este es un experimento, lo hice para jugar con los sonidos y la forma de escribirlo:

Azul menguante en rosa,
las casas sin ropa, las rosas titiritan,
las bocas sin alevosías, los besos conjurados
en maratones neolíticos, el amor sin son y sin calor,
donde dos no es la premisa del juego, pero donde uno
impone el tormento de morder y comer
frutas en los senos, insectos en las yemas,
dormir en el carnaval de las azucenas.

Dormir en el carnaval de las azucenas, las
yemas plagadas de insectos, frutos como senos,
tormento de comer y morder es impuesto,
donde uno es la premisa del juego, donde dos
es maratones neolíticos, calor y son sin amor
conjurados en besos y alevosía de bocas,
rosas titiritan por casas sin ropa,
rosa menguando en azul.

Rosa menguando en azul,
la epidermis del redentor, lúcido y fugaz
sonríe al verbo del cuervo vinílico,
con aroma de cuadernos casi extintos,
de razas de frígidas estocas, de sumisas alboradas
la noche en julio, París en miedo
por la crepuscular segadora,
traída y resucitada en el carnaval de las moras.

Traída y resucitada en el carnaval de las moras,
la segadora crepuscular por
la noche de julio, miedo en París
de razas alboradas, de frígidas estocas, sumisas,
casi extintas, con aroma a cuadernos
vinílicos, del cuervo al verbo, le sonríe
fugaz y lúcido, la epidermis del redentor,
menguante azul en rosa.

Menguante azul en rosa,
uñas idílicas, la penumbra desflorando nardos,
keroseno impregnando cíclopes tomillos,
lujuriar máscaras, injuriar voces inocentes,
cantar arrullos y mezcolanzas a niñas
pardas; ser vampiro y robar el grial lleno de ajenjo
de sombras de musas verdes, de corazones inmolados,
todo por el azúcar del carnaval de las juntas.

Todo por el azúcar del carnaval de las juntas,
los corazones inmolados de musas verdes, sombras
llenas de ajenjo grial; robar al vampiro pardo,
a niñas arrulladas por la mezcolanza de cantar
de voces injuriadas inocentes; máscaras lujuriando
al impregnado tomillo de cíclopes keroseno, de
uñas idílicas; desflorando nardos la penumbra,
menguante rosa en azul.

Menguante rosa en azul,
la capoeira salaz esgrimiendo paradojas funestas,
llenando al caporal de espigas, inundando cortinas de
nubes recogidas; siena locura, taciturna terquedad de
lomas de peyote, postrados en el alavés de las larvas,
las generosas manos vistiendo antónimos diagramas dulces,
dibujando praderas jicaques, hurañas melancolías
viviendo en el carnaval de melodías.

Viviendo en el carnal de melodías
se dibujan melancolías jicaques, praderas hurañas
vestidas de antónimos diagramas dulces por manos; las generosas
larvas del alavés peyote, se postran en lomas
de terquedad taciturna; recogidas las nubes en locura siena,
las espigas llenando cortinas, el caporal inundando
de funestas paradojas a las salaz capoeira, esgrimiendo
menguante de azul y rosa.

Menguante de azul y rosa,
las ráfagas celestes matando a parias dedos,
comiendo mariposas de hielo. El fulgor de las tardes
mece el reflejo de las notas de un piano sin pasado,
canta al nocturno quebradizo de la estatua fausta,
conquista vértebras, rompe juicios.
La claridad de las noches besa al vendaval en sollozos
y el carnaval de las bocas, agoniza en pueriles versos.

Y el carnaval de las bocas, agoniza en pueriles versos
de las noches en claridad por el beso del vendaval, en sollozos
rompe vértebras, conquista juicios,
fausta canta la estatua quebradiza al nocturno
pasado del reflejo de las notas de un piano, mece
el fulgor las tardes, de hielo comiendo mariposas
ráfagas, a las parias matando a dedos,
azul menguante en rosa.

Azul menguante en rosa,
el carnaval de las azucenas, tropieza con las manos ebrias,
el carnaval de las moras, ilumina los celos helénicos, las manos locas,
el carnaval de las juntas, exorciza besos, claudica universos en runas,
el carnaval de las melodías, hechiza caricias híbridas, muerde lamentos en guijas,
el carnaval de las bocas, opaca los cabellos besando pieles, discerniendo en horas
de querubes esperanzas, de coplas manos, de labios en primavera
recitando extremos en el carnaval de la vida índigo.

Recitando extremos en el carnaval de la vida índigo,
las querubes manos, las coplas esperanzas, la primavera de labios
opaca el carnaval de las bocas, pieles besando cabellos, horas discerniendo
caricias híbridas, lamentos hechizos en guijas, el carnaval de las melodías muerde
besos, exorciza runas, claudica el universo en el carnaval de las juntas,
las manos helénicas, los celos iluminados, el carnaval de las moras, locas
las manos tropiezan con las ebrias azucenas en el carnaval
azul menguante en rosa.

Azul menguante en rosa…

jueves, 6 de agosto de 2009

Reflexión no. 1

Hoy no tengo ganas de hablar, ni recordar los noctámbulos de tus besos; ni mis deseos indómitos y andaluces.

No tengo ganas de morir, ni soñar con el tenue fulgor de una risa mansa, no tengo ganas de seguir cortando mi garganta ni de reflexionar sobre mi adiós.

Hoy,ya no tengo simpatía por mi vida, mi mucho menos de seguir con la violencia de mis pasos sobre el camino de brazas.

Tengo ganas de ver el eclipse, de escamar mi lengua y soñar con las entrañas de niñas.

Hablemos en serio…

He contado las uñas de soles, de las noches sin uvas; comí en el Tanabata el efluvio de las pieles y, entre mis deseos, sólo encontré huesos y cadáveres de música.

Agradezco las luces del alba, las dulces mascaras de la televisión, aquel sonido que despierta  ropa interior. Se cómo narrar el amor de los pumas en las vértebras de los olvidos; Pero…

Hablemos en serio, soy el que no ha muerto y el que vive junto a la leña de sueños, la bestia de Canciones, el que debió escribir el idilio de la muerte.

La medusa de los vivos, la rosa celeste de amantes infieles. El amor de regalos sin placer y orgasmos llenos de ranas. Soy el olvido y la naturaleza del espejo.

La caída de piernas, las huellas de casas enclaustradas. El Frío de los juegos…

Hablemos seriamente…

Soy el que no está ahí, el que esperamos y los que no somos, el azar de besos y el desenlace de la rutina, los minutos perdidos y la gira de las aves rapiñas, encontré en el fondo de mí, un sólo pastel, el cuál rezaba, “Bienvenido a la última de las lágrimas…”