miércoles, 8 de octubre de 2008

Emancipados 7

Mientras los mosaicos dormían al primer hedor de la noche mustia, te atavías a deambular cual sombra entre sabanas, los sollozos del vendaval atacaron la siena de mi mente, decir esto o aquello mientras atado al poste del crucifijo ágata, eclipsando la sensatez de nuestras desnudas venas; la perversa mancedad de mis alfaguaras palmas, aquellas que días atrás juraron con el antifaz de los albatros, sentían por vez primera el sufragio de un sutil carmesí sobre mi espalda.

Los labios clavándose cerca del cuello, dedos deseaban flagelar los senos de tu vientre, de tu carne... a razón de olvidar el poema de las causas, de ser como Neruda con tu cuerpo, manejarlo sin tocarlo, conviviendo con el sudor hecho menester.

El vendaval cual reflejo oscurecía, hacia del gemido de las amarras el zarpar. Sin que la osa sepa, que el argos muere mil y una vez como sus azules lágrimas, cómo el cansado de ángulo de mis vertebras juegan a ser punta, a ser manzana díscola.
Emancipado de nenias, de razones hechas por la seda, llegar al clímax sin idilio, a la poca importancia de que el demonio copule con mis ideas nacidas de tud muslos, emancipado una y mil veces del Edén...
Emancipando tus poros poco sabios, engullendo tus palabras con el halo de mi sexo, y por temor a los sollozos de tus piernas el vendaval de mi boca hurta la mancillada ternura entre la trémula de tu infanta espalda...el vendabal de mi boca hurta la mancillada ternura entre la trémula de tu infanta espalda...

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