jueves, 6 de noviembre de 2008

Aqueronte

Sueño con las vertebras insipientes de críos sin bocas, de mujeres sin senos ni piernas; las olas que produce la barcaza sólo me recuerdan las bocas que no bese, los labios que mordí en un ayer; sueño con la cúspide, el clímax de la vida de mis hijos y de sus nietos, pensando que su vida será menos emotiva que la mía y entristeciéndome llega la hora en que la vida en el agua se camufla.

Ahora soy, no.

El ultimo elixir no fue una ambrosía, ni unas caderas en pos de mi, quería morir diciendo algo hermoso a los que me rodean, deseaba morir cerca delos cerezos blancos, junto al olor que siempre amé, no se me ocurrieron ninguna palabra, nada, el adiós es angustia y es muy celoso.

No vi ningún túnel, nadie me habló, fue como mi vida en algunas ocasiones… la lluvia no cae para todos. Pero feliz partí sin ver atrás, esperando que la próxima vez, deseando la próxima vida no encontrarme con tanta obsolescencia en mi camino ¿por qué el hombre no puede ser un lobo solitario?

Dependí de las ideas de mi cuerpo, del instinto de mi corazón. Arisco cual Dios, la sorpresa más grande de mi vida fue su fin.

El recitar memorias al Aqueronte, me regresa las noches en vigilia de mis pecados, las plegarias no eran otra cosa que un sermón olvidado, el perdón creo que ni las sombras de mis heces lo han recibido y sólo por amar a una persona: a mi.

Sin embrago puedo ver que los llantos y las musas translucidas bailan, copulan cual orgía. Siempre pensé que encontraría a mi padre al morir, como al nacer… menuda sorpresa ni el perro de mi infancia fue a recibirme, creo que ha sido lo mejor. Recuerdo ese fragmento “vida estamos...” pero poniéndome a pensar , ella me debe todavía a mi.

¿Dónde quedó aquel ángel del que debía enamorarme? Suena cursi pero así en mi contrato está. Creo que fornicando con las alas al suelo y las nalgas al cielo, ¿dónde está la vida llena de enseñanzas para la que me inscribí?, creo que cerca de aquella estufa que calentaba una chingada, o tal vez se la llevó mi carnal cerca de su plenitud.

Recuerdo cuando transitando por él, conociendo a mi mejor amigo aprendí una cosa: “La vida no es más que un papel donde los humanos decidimos si la quemamos, limpiamos el semen de nuestras bocas con él o la llenemos de la sangre de pueriles anécdotas”

Sueño con calaveras, como la del cuello mío, con alfaguaras de emociones inocentes, ahora los críos no solo han madurado, ahora las mujeres hombres son…

Ahora soy y no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Dónde quedó aquel ángel del que debía enamorarme?

Esta pregunta me parece interesante, ya que la mayoria de veces me la hago.

Angie Taichi Lie